jueves, 25 de octubre de 2018

Los seis sirvientes

Hermanos Grimm

En tiempos pasados vivía una Reina anciana que era muy malvada, y su hija era la doncella más hermosa bajo el sol. La anciana, sin embargo, no tenía ningún otro pensamiento que como llevar a la humanidad a la destrucción, y cuando un pretendiente aparecía, ella decía que quienquiera deseara tener a su hija, debe realizar primero una tarea que ella asigne, y si falla, trabajar como su esclavo por el resto de su vida.
Muchos habían sido deslumbrados por la belleza de la hija, y realmente se habían arriesgado, pero nunca pudieron llevar a cabo lo que la anciana los impuso para hacer, y ella no tuvo ninguna piedad para nadie; tuvieron que quedar para siempre al servicio de la anciana como esclavos. El hijo de un cierto Rey que también había oído de la belleza de la doncella, dijo a su padre,
-"Déjame a mí ir allá, quiero pedirla en matrimonio."-
-"Nunca,"- contestó el Rey; -"Si llegaras a ir, eso sería tu esclavitud."-
Por ello el hijo cayó en cama y estaba gravemente enfermo, y durante siete años estuvo así, y ningún médico podía curarlo. Cuando el padre percibió que no había ninguna esperanza, con un corazón muy triste le dijo,
-"Bien, ve allá, e intenta tu suerte, ya que no sé de ningún otro remedio para tu mal."-
Cuando el hijo oyó aquello, se levantó de su cama y sintiéndose bien otra vez, con júbilo salió a su camino.
Y sucedió que cuando guiaba a su caballo a través de un brezal, vio desde lejos algo como un gran montón de heno sobre la tierra, y cuando estuvo más cerca, pudo ver que era el estómago de un hombre, que se había acostado allí, pero su estómago parecía una pequeña montaña. Cuando el hombre grande y gordo vio al viajero, se levantó y dijo,
-"Si usted necesita algún ayudante, tómeme en su servicio"-.
El príncipe contestó,
-"¿Y qué podría hacer con un hombre tan grande como tú?"-
-"Ah,"- dijo él -"eso no es nada, cuando me estiro bien, soy tres mil veces más gordo."-
-"Si ese es el caso,"- dijo el príncipe, -"puedo hacer uso de ti, ven conmigo."-
Entonces el hombre grande siguió al príncipe, y al ratito ellos encontraron a otro hombre que yacía en tierra con su oído puesto sobre el césped.
-"¿Qué estás haciendo?"- preguntó el hijo del Rey.
-"Escucho,"- contestó el hombre.
-"¿Y qué estás escuchando tan atentamente?"-
-"Escucho todo lo que sucede en el mundo, ya que nada evita mis oídos; hasta oigo el crecimiento de hierba."-
-"Díme,"- dijo el príncipe, -"¿qué oyes en la corte de la vieja Reina que tiene a la hermosa hija?"-
Entonces él contestó,
-"Oigo zumbar el látigo que golpea la espalda de un pretendiente."-
El hijo del Rey dijo,
-"Puedes servirme, ven conmigo."-
Y siguieron adelante. Luego vieron yaciendo un par de pies y parte de un par de piernas, pero no podían ver el resto del cuerpo. Cuando habían andado una gran distancia, llegaron al tronco del cuerpo, y por fin a la cabeza también.
-"¡Caray!", dijo el príncipe, -"¡qué tipo tan alto eres!"-
-"Ah,"- contestó el hombre alto, -"no es nada en absoluto aún; cuando realmente estiro mis miembros, soy tres mil veces más alto, y más alto que la montaña más alta en la tierra. Entraré de buena gana en su servicio, si usted me acepta."-
-"Ven conmigo,"- dijo el príncipe, -"puedes servirme bien."-
Y continuaron adelante y encontraron luego a un hombre sentado en el camino quién tenía cubiertos sus ojos. El príncipe le preguntó,
-"¿Tiene ojos débiles que no puedes mirar la luz?"-
-"No,"- contestó al hombre, ."pero no debo quitarme la venda, pues lo que miro con mis ojos, se rompe en pedazos, ya que mi vista es demasiado poderosa. Si usted puede usar eso, me alegraré de servirle."-
-"Ven conmigo,"- contestó el hijo del Rey, -"podré hacer uso de ti."
Ellos siguieron adelante y encontraron a un hombre que yacía en la caliente luz del sol, temblando y temblando de frío por todas partes de su cuerpo, sin un miembro que se estuviera quieto.
-"¿Cómo puedes temblar cuando el sol brilla tan caliente?"- dijo el hijo del Rey.
- "Alack"-, contestó el hombre, -"soy de una naturaleza completamente diferente. Entre más calor haya, más frío estoy yo, y el hielo penetra por todos mis huesos; y entre más frío haya, más caliente me pongo. En medio del frío, no puedo soportar mi calor, y en medio del calor, no puedo soportar mi frío."
-"Realmente eres un compañero extraño,"- dijo el príncipe, -"pero si quieres entrar en mi servicio, sígueme."
Y siguieron adelante, y encontraron a un hombre de pie quién estiraba un largo cuello y miraba alrededor de él, y podría ver sobre todas las montañas.
-"¿Qué estás mirando con tanto interés?"- preguntó el hijo del Rey.
El hombre contestó,
-"Tengo ojos tan agudos que puedo ver dentro de cada bosque y campo, y colina y valle, por todo el mundo."-
El príncipe dijo, "Ven conmigo si es tu voluntad, ya que también puedo necesitar a alguien así."-
Y ahora el hijo del Rey y sus seis criados llegaron a la ciudad donde la Reina anciana moraba. Él no le contó quien era él, pero dijo,
-"Si usted me da a su hija hermosa, realizaré cualquier tarea usted me ponga."-
La bruja estuvo encantada de atrapar a tan galán joven como este en su red, y dijo,
-"Te pondré tres tareas, y si eres capaz de realizar todas ellas, tú serás el marido y el patrón de mi hija."-
-"¿Cuál es la primera?"-
-"Debes traerme mi anillo que se me cayó en el Mar Rojo."-
Entonces el hijo del Rey se fue a casa, se reunió con sus criados y dijo,
-"La primera tarea no es fácil. Un anillo debe ser sacado del Mar Rojo. Vengan, encuentren algún modo de hacerlo."-
Entonces el hombre con la vista aguda dijo,
-"Veré donde está,"- y miró hacia abajo en el agua y dijo, -"Está pegado allí, en una piedra puntiaguda."-
El hombre alto los llevó allá, y dijo,
-"Yo lo sacaría pronto, si sólo pudiera verlo."-
-"¡Ah!, ¿es eso todo?"- gritó el hombre grande.
Y se acostó y puso su boca en el agua, hacia donde todas las olas se dirigieron, justo como si aquello fuera un remolino, y él terminó de beber el mar entero de modo que quedó tan seco como un prado. El hombre alto se inclinó un poco, y sacó el anillo con su mano. Entonces el hijo del Rey se alegró cuando ya tenía el anillo, y lo llevó a la vieja Reina. Ella quedó sorprendida, y dijo,
-"Sí, éste es el anillo correcto. Has realizado sin peligro la primera tarea, pero ahora viene la segunda. ¿Ves el prado delante de mi palacio? Trescientos bueyes gordos se alimentan allí, y deberás comerlos todos completos, carne, piel, pelo, huesos, cuernos y todo, y luego, abajo en mi sótano hay trescientos barriles de vino, y debes de beberlos todos también. Y si un pelo de los bueyes, o una pequeña gota del vino es dejada, quedarás esclavizado inmediatamente".-
-"¿Puedo invitar a alguien a esta comida?"- preguntó el príncipe, -"ninguna comida está bien sin alguna compañía."-
La anciana se rió con malevolencia, y contestó,
-"Puedes tener un invitado por compañerismo, pero no más."-
El hijo del Rey fue a donde sus criados y dijo al hombre grande,
-"Tu serás mi invitado hoy, y comerás intensamente."-
En ese momento el hombre grande se estiró y comió a los trescientos bueyes sin dejar un solo pelo, y luego preguntó si solamente iba a tener eso de desayuno. Él entonces bebió el vino directamente de los barriles sin sentir cualquier necesidad de un vaso, y lamió la última gota de sus uñas. Cuando la comida estuvo terminada, el príncipe fue donde la anciana, y le dijo que la segunda tarea también ya fue realizada.
Ella se extrañó de eso y dijo,
-"Nadie ha hecho nunca tanto antes, pero todavía queda una tarea,"-
Y ella pensó para sí,
-"¡No te me escaparás, y no te quedarás sin ser mi esclavo!"-
Y entonces le dijo al príncipe,
-"Esta noche,"- dijo ella, -"traeré a mi hija a tu cámara, y pondrás tus brazos alrededor de ella, pero cuando se sienten juntos, evita el dormirse. Cuando den las doce, vendré, y si ella no está entonces en tus brazos, estás perdido."-
El príncipe pensó,
-"La tarea es fácil, definitivamente mantendré mis ojos abiertos."
Sin embargo él llamó a sus criados, les dijo lo que la anciana había dicho, y comentó,
-"Quién sabe qué traición estará al acecho detrás de eso. La previsión es una cosa buena de mantener en cuenta, y tener cuidado de que la doncella no vaya a salir de mi cuarto otra vez."-
Cuando la noche cayó, la anciana vino con su hija, y la dejó en los brazos del príncipe. Entonces el hombre alto rodeó a los dos en un círculo, y el hombre grande se colocó en la puerta, de modo que ninguna criatura viva pudiera entrar.
Allí estuvieron los dos sentados, y la doncella no dijo nunca una palabra, pero la luna brillaba por la ventana en su cara, y el príncipe podría contemplar su belleza maravillosa. Realmente él miraba fijamente solamente a ella, y se sintió lleno de amor y felicidad, y sus ojos nunca se sintieron cansados. Así duró hasta las once, cuando la anciana dijo unas palabras mágicas sobre todos ellos para dormirlos, y en ese mismísimo momento la doncella fue sacada.
Entonces todos ellos durmieron profundamente hasta las doce menos cuarto, cuando la magia perdió su poder, y todos despertaron de nuevo.
-"¡Ah, miseria y desgracia!"- gritó el príncipe, -"¡ahora estoy perdido!"-
Los fieles criados también comenzaron a lamentarse, pero el hombre oyente dijo,
-"Silencio, quiero escuchar."-
Entonces él escuchó durante un instante y dijo,
-"Ella está en una roca, a trescientas leguas de aquí, lamentando su destino. Solo tú, hombre alto, puedes ayudarla; si te levantas bien alto, estarás allí en un par de pasos."-
-"Sí,"- contestó el hombre alto, -"pero el de los ojos poderosos debe ir conmigo, así podremos destruir la roca."-
Entonces el hombre alto montó al de los ojos vendados en su espalda, y en un parpadear de ojos estaban en la roca encantada. El hombre alto inmediatamente quitó la venda de los ojos del otro, y él no hizo más que mirar alrededor, y la roca estalló en mil pedazos.
Entonces el hombre alto tomó la doncella en sus brazos, la regresó en un segundo, luego trajo a su compañero con la misma rapidez, y antes de que fueran las doce todos ellos se sentaron como se habían sentado antes, completamente alegres y felices. Cuándo dieron las doce, la bruja anciana vino mostrando una cara malévola, que parecía decir,
-"Ahora ya él es mío!"- ya que ella creyó que su hija estaba en la roca a trescientas leguas lejos. Pero cuándo ella la vio en los brazos del príncipe, se alarmó, y dijo,
-"Aquí hay uno que puede más que yo!"-
Ella se no atrevió a hacer cualquier oposición, y fue obligada a darle a su hija. Pero le susurró en su oído,
-"Es una desgracia para ti tener que obedecer a gente común, y que no puedas elegir a un marido a tu propio gusto."-
Con eso, el corazón orgulloso de la doncella se lleno de cólera, y meditó una venganza. A la mañana siguiente ella hizo que trescientos grandes bultos de madera fueran reunidos juntos para una hoguera, y dijo al príncipe que aunque las tres tareas fueron realizadas, ella todavía no sería su esposa hasta que alguien estuviera listo a sentarse en medio de la madera encendida, y aguantar el fuego.
Ella pensó que ninguno de sus criados se dejaría ser quemado, sacrificándose por él, y que por el amor por ella, él mismo se colocaría sobre el fuego, y así luego ella sería libre. Pero los criados dijeron,
-"Cada uno de nosotros ha hecho algo excepto el hombre del frío-calor, ahora será su oportunidad."-
Y lo pusieron en medio del montón de madera, y prendieron el fuego. Entonces la madera comenzó a quemarse, y hubo fuego durante tres días hasta que toda la madera se consumió, y cuando las llamas se habían consumido, el hombre del frío-calor estaba ahí de pie entre las cenizas, temblando como una hoja de álamo temblón, y diciendo,
-"Nunca sentí tal helada durante el curso entero de mi vida; ¡si esto hubiera durado mucho más, ya estaría entumecido!"
Como ya ningún otro pretexto podía ser encontrado, la hermosa doncella quedó ahora abligada a aceptar a aquel joven desconocido como su marido. Pero cuando iban para la ceremonia, la anciana se dijo,
-"No puedo soportar esa desgracia,"-
y envió a sus guerreros tras ellos con órdenes de reducir a todo quién se les opusiera, y que le trajeran de regreso a su hija.
Pero el hombre oyente había afilado sus oídos, y había oído las órdenes de la anciana.
-"¿Qué haremos?"- dijo el hombre grande.
Pero ya él sabía que hacer, y escupió detrás del carro un par de veces un poco del agua de mar que había bebido, y un gran mar se levantó en el que los guerreros fueron atrapados y ahogados. Cuando la bruja vio lo sucedido, envió a sus caballeros armados; pero el hombre oyente oyó la agitación de las armaduras, y quitó la venda de un ojo del hombre de los ojos poderosos, quién miró un rato fijamente a las tropas del enemigo, y todas sus piezas saltaron en pedazos como el cristal.
Entonces el joven y la doncella continuaron su camino tranquilos, y cuando había terminado la ceremonia, los seis criados decidieron terminar sus servicios, y dijeron a su patrón,
-"Sus deseos están satisfechos ahora, ya no nos necesita, seguiremos nuestro camino y buscaremos nuestras fortunas."-
El príncipe les pagó sus servicios y se fueron.
A media legua del palacio del padre del príncipe había un pueblo cerca del cual un porquero atendía su manada, y cuando llegaron allí el príncipe dijo a su esposa,
-"¿Sabes quién soy realmente? No soy ningún príncipe, sino un pastor de cerdos, y el hombre que está allí con aquella manada, es mi padre. Nosotros dos tendremos que ponernos a trabajar también, y ayudarle."
Entonces él bajó con ella a la posada, y en secreto pidió a los posaderos llevarse la indumentaria real durante la noche. Así que cuándo ella despertó por la mañana, no tenía nada para ponerse, y la esposa del posadero le dio un viejo vestido y un par de medias de estambre, lo que le pareció considerarlo un gran presente, y dijo,
-"¡Si no fuera por el bien de su marido yo no le hubiera dado nada en absoluto!"-
Entonces la princesa creyó que él realmente era un porquero, y atendió la manada con él, y pensó,
-"He merecido esto por mi altivez y orgullo."-
Esto duró toda una semana, y no pudo soportarlo más, ya que tenía llagas en sus pies. Luego llegó un par de personas que preguntaron si ella sabía quién era su marido.
-"Sí"-, contestó, -"él es un porquero, y acaba de salir con cuerdas para tratar de realizar un pequeño trato."-
Pero ellos dijeron,
-"Sólo venga con nosotros, y la llevaremos donde él," y ellos la llevaron hasta el palacio, y cuando ella entró en el salón, allí estaba su marido con su vestido real.
Pero ella no lo reconoció hasta que él la tomó en sus brazos, la besara, y dijera,
-"Sufrí mucho por ti, y ahora tú también, has tenido que sufrir por mí."-
Y luego otra boda oficial real fue celebrada, y quien les ha contado todo esto, desea que él, también, esté presente en la fiesta.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Poesía en la Historia 1.

ANTIGÜEDAD ORIENTAL

1.- POEMAS ACADIOS: En Mesopotamia, el rey Assurbanipal creó en Nínive una de las primeras bibliotecas de las que se tiene constancia en la historia. Ello ha permitido a los arqueólogos descubrir dos extensos e importantes textos: Enuma Elish o Poema de la Creación, que se supone escrito en la primera parte del segundo milenio a.C., y cuenta cómo se organizó el mundo después del caos primitivo; y la Epopeya de Gilgamesh, que cuenta las aventuras del fundador y rey de Uruk, personaje real magnificado por el mito. Esta última obra tuvo mucha influencia en siglos posteriores, en el Génesis bíblico, en la Odisea y en la leyenda de Hércules.
2.- LA BIBLIA: En la Biblia se pueden rastrear testimonios de la poesía hebraica más antigua. Así encontramos pasajes líricos en el Libro de los Salmos, el Cantar de los Cantares del rey Salomón, o en el Libro de Job, entre otros. Los estudiosos no se ponen de acuerdo a la hora de fechar estas composiciones y dan unas fechas muy vagas, que oscilan entre los siglos XI a III a.C.
3.- POESÍA CHINA: La muestra más antigua de poesía china es el Shih Ching, una antología de poemas de la dinastía Chou, que remonta sus orígenes al siglo XVIII a.C. Se cree que entre los años 1.122 a 570 a.C. existieron unos 3.000 poemas y fue el gran maestro Confucio quien, en el siglo V a.C., compiló las 305 piezas que conforman el libro para utilizarlas como texto de enseñanza 
La dinastía Tang (618-960) está considerada como la Edad de Oro de la poesía china. De ella se conservan alrededor de 50.000 poemas de una gran cantidad de poetas, como Wang Wei, Tu Fu y, sobre todos ellos, la figura mítica de Li Po, considerado el poeta más grande de China. 
4.- POESÍA JAPONESA: La literatura en Japón nace tardíamente, hacia el siglo VI d.C., claramente influenciada por China. En ella predomina la delicada sensibilidad, y en sus orígenes se plasmaba en una estrofa llamada "tanka" (corto) de 31 sílabas repartidas en cinco versos, que con el tiempo se transformará en otra denominada "haikai" (más corto), de 17 sílabas contenidas en tres versos. Matsuo Bashô (1644-1694) es la gran figura del haiku y se le considera el poeta más grande de la historia de Japón. 
5.- POESÍA INDIA: Cabe destacar a Kalidasa, al que la tradición sitúa en el siglo I d.C., pero los críticos creen más probable situarle en el VI d.C. Una de sus obras dramáticas, Sakuntala, ha alcanzado gran popularidad en Europa. 
6.- POESÍA ÁRABE: Otra lírica que también cuenta con una vasta producción, pero de escasa repercusión occidental es la árabe. A finales del primer milenio de nuestra era, la pesimista voz de Omar Khayyam. Es conocido ante todo por su poesía, un corpus llamado Rubaiyat  o "cuartetos", series de cuatro versos (ruba'i) escritos en persa.

ANTIGÜEDAD GRIEGA  
La poesía griega tiene unos orígenes oscuros, por los problemas que plantea la propia historia de Grecia y del resto del mundo en los periodos de formación de la escritura. Podemos distinguir, a efectos meramente expositivos, tres períodos:
1).- CIVILIZACIÓN GRIEGA ARCAICA: El origen de la poesía griega hay que situarlo en Homero, del que no se tiene ningún dato real acerca de su existencia. Algunos estudiosos creen que se trataba realmente de un título como posteriormente fueron "bardo", "juglar" o "trovador", por lo que prefieren hablar de poemas homéricos. La Ilíada se supone compuesta en el siglo VIII a.C. y canta el hecho histórico más notable del pueblo griego: la guerra de Troya, aunque el relato se ha embellecido con muchos detalles fantásticos y mitológicos. A finales del siglo VIII a.C. surge la figura de Hesíodo, que continúa utilizando los procedimientos y los metros de la poesía homérica, pero con un espíritu muy diferente y aplicando su imaginación sobre los aspectos del realismo de la vida cotidiana.
La poesía épica se marchitó rápidamente dando lugar a una nueva poesía caracterizada por la influencia de la música oriental y al mismo tiempo por el individualismo de los griegos: la lírica. Cabe considerar como padre de la misma a Arquíloco de Paros (S.VII a.C.), La poesía lírica pronto contó con importantes poetas, como Tirteo (S.VII a.C.), Alceo (S.VI a.C.) y sobre todo Safo de Lesbos (S.VI a.C.), a la que Platón llamó "la décima musa".
2).- LA GRECIA CLÁSICA: La poesía lírica culmina en el siglo V a.C. con Anacreonte, que compuso sus versos para ser cantados a una sola voz al son de la cítara, y sobre todo con Píndaro de Tebas, que compuso 17 libros de Odas en las que cantó a los atletas vencedores en los juegos públicos.
3).- LA ÉPOCA HELENÍSTICA: A partir del siglo III a.C. comienza la decadencia de la cultura griega y consecuentemente de su poesía. Como cierre de oro a una cultura fascinante, aparece otro género nuevo: los epigramas, que eran pequeñas obras, derivadas de las inscripciones métricas que se grababan sobre las tumbas, y que exigían gran destreza para encerrar en algunos versos un sentimiento valedero o espontáneo. En este arte destacan Teócrito de Siracusa (330-240 a.C.), también máximo representante de la poesía bucólica, y Maleagro (140-60 a.C.), al que además le corresponde el honor de ser el primero en realizar una antología de epigramas de autores de la época.
POESÍA LATINA
En los primeros tiempos, la península itálica contaba con tres lenguas sin literatura propia: el osco, el humbro y el latín. Con el paso del tiempo, y coincidiendo con el crecimiento político y militar de Roma, el latín adquiere preponderancia y surgen los primeros textos literarios hacia el siglo III a.C., por contacto con la literatura griega. La poesía latina suele dividirse en tres períodos:
1).- ARCAICO (Siglo III – 78 a.C.): En el siglo III a.C., Livio Andrónico realiza una traducción muy libre de la Odisea, que ejercerá una enorme influencia en Roma. En el siglo II a.C. aparece un género nuevo y genuinamente romano, la sátira, considerándose padre de la misma a Lucilio (hacia 180 a.C.), el cual, con un lenguaje popular, utiliza la poesía para realizar feroces críticas a personajes, vicios de la sociedad, literatura o teorías filosóficas.
2).- CLÁSICO (78 a.C. - 14 d.C.): Coincidiendo con los últimos tiempos de la República y el reinado de Augusto surge la voz de Virgilio (70 a.C. - 19 d.C.), uno de los más grandes poetas latinos y de los que más influencia ejercieron para la posteridad, que cultivó prácticamente todos los géneros, con sus obras Bucólicas, sobre su profundo amor a la naturaleza, Geórgicas, en el que habla del cultivo del campo.
En la primera mitad del siglo I a.C. aparecen los poetas denominados neotéricos, que, abandonando la épica, propugnaron la realización de pequeñas composiciones sobre la intimidad y la vida privada, buscando la perfección métrica. Su mayor figura fue Catulo (84-54 a.C.). Otro gran lírico fue Ovidio (43 a.C. – 17 d.C).
3).- IMPERIAL (14-117 d.C.): La gran producción poética de esta etapa se produce en el terreno de la sátira. 

POESÍA MEDIEVAL
Con la caída del Imperio Romano, una gran incultura se apoderó de Europa. Prácticamente sólo en los monasterios conocían la escritura, por lo que la poesía era sobre todo oral. Aparecen las lenguas denominadas "romances", que a partir del siglo XI van a ser las utilizadas en las distintas literaturas.
1).- LOS TROVADORES: En las regiones francesas, que durante la dominación romana se llamaron Aquitania y Galia, se desarrolló una lengua románica, conocida como "provenzal" o "lengua de oc", que pronto fue apta para la expresión poética. Hay que distinguir la figura del "trobador", que es el poeta, de la del "joglar", que era quien cantaba la poesía, aunque la línea no aparezca siempre clara. A partir del siglo XI y sobre todo en los siglos XII y XIII los trovadores aparecen protegidos en castillos y palacios, componiendo canciones de temas muy variados. 
2).- ESPAÑA: Una de las primeras manifestaciones fueron las jarchas, breves composiciones escritas en mozárabe (aunque con grafía árabe) entre los siglos XI-XIV, cantando al amor de manera sencilla y emotiva. Por otro lado, los clérigos escriben en castellano, utilizando un lenguaje culto mediante la estrofa cuaderna vía. Es el movimiento denominado Mester de Clerecía, que floreció entre los siglos XIII y XIV. De entre sus autores hay que destacar a Gonzalo de Berceo (1195-1268).
En el siglo XIV la poesía deja de estar en las manos de los clérigos, y aparecen autores como el Marqués de Santillana (1398-1458); Juan de Mena (1411-1456), Gómez Manrique (1412-1490) y su sobrino Jorge Manrique (1440-1478).
3).- FRANCIA: En el Norte de Francia los troveros imitan en lengua popular la poesía provenzal. Su figura más importante fue Adam de la Halle (1255?-1288).
La figura de Rutebeuf (segunda mitad del S. XIII), primer poeta lírico de Francia, da paso al más grande poeta medieval, François Villon (1431-?).
4).- ALEMANIA: La influencia de trovadores y troveros hace aparecer, a finales del siglo XII, a los minnesinger, poetas caballerescos que se diferencian de los anteriores por cantar a un amor más real e incluir en sus canciones elementos no amorosos, como la guerra. 
5).- ITALIA: Los poetas italianos hasta el siglo XII están muy influenciados por los trovadores. A finales del siglo XIII varios poetas, toscanos en su mayoría, reelaboran y enriquecen la vieja tradición lírica de los trovadores, concediendo menos importancia a la habilidad técnica que a la inspiración directamente producida por un amor profundo: son los poetas del Dolce Stil Nuovo: sobre todo, Dante y Petrarca. 
A mediados del siglo XV se produce en Italia (y posteriormente en toda Europa) un movimiento de retorno a la cultura grecolatina, casi olvidada a lo largo de la Edad Media, abriendo una nueva época en la literatura, pero también en las artes, en la filosofía y en la política. Frente al teocentrismo medieval, el humanismo coloca al hombre como centro de todas las cosas.
RENACIMIENTO
1).- ITALIA: Aquí tiene su origen el Renacimiento, sobre las bases sentadas por Dante y Petrarca. 
2).- FRANCIA: Clement Marot (1496-1544), primer poeta renacentista. En la segunda mitad del siglo XVI aparece un movimiento denominado Pléiade que preconiza el valor del francés frente al latín como lengua poética y la adopción de los géneros grecolatinos. Sus máximos representantes fueron Pierre de Ronsard (1524-1585), cantor del amor y del erotismo, y Joachim du Bellay (1522-1560).
3).- GRAN BRETAÑA: En la literatura inglesa renacentista lo culto y lo popular se enlazan con la tradición medieval. John Skelton (1460-1529), y Edmund Spencer (1552-1599).
Por encima de ellos hay que situar a William Shakespeare (1564-1616), poeta y dramaturgo. Aparte de sus obras teatrales, hay que destacar sus Sonetos.
4).- ALEMANIA: La Reforma de Lutero limitó la libertad de los escritores, hizo girar el interés alrededor de temas religiosos.
5).- PORTUGAL: Gil Vicente (1465-1536) marca la intersección entre la Edad Media y el Renacimiento, incorporado definitivamente por Sáa de Miranda (1481-1558), Antonio Ferreira (1528-1569) y sobre todo por Luis de Camoens (1524?-1580),.
6).- ESPAÑA: El Renacimiento español es conocido como "Siglo de Oro" por la cantidad y calidad de poetas que aparecen en este período. Cabe distinguir tres etapas:
a).- Primer Renacimiento: Coincidiendo con el reinado de Carlos V se acoge en España la nueva poesía italiana de manos de poetas como Garcilaso de la Vega (1503-1536) de corta vida y obra breve, pero intensa y muy influyente, Juan Boscán (1495?-1542), al que se debe la introducción definitiva de la métrica italiana, y sus continuadores Gutierre de Cetina (1520-1557?) y Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575).
b).- Segundo Renacimiento: Durante el reinado de Felipe II alcanzan su apogeo dos escuelas: la andaluza, en la que destaca Fernando de Herrera (1534-1597); y la castellana, cuyo máximo representante es Fray Luis de León (1527-1591), gran conocedor de los clásicos y de la Biblia. Hay que destacar también el nacimiento de la lírica ascético-mística de la mano de Santa Teresa de Jesús (1515-1582) y San Juan de la Cruz (1542-1591).
c).- Tercer Renacimiento: Durante el siglo XVII, y coincidiendo con el Barroco, van a producirse dos tendencias enfrentadas entre sí: el culteranismo (seguidor de la escuela andaluza) representado por Luis de Góngora (1561-1627); y el conceptismo (seguidor de la escuela castellana) representado por Francisco de Quevedo (1580-1645). Junto a estas figuras, aparece Lope de Vega (1562-1635), e incluso, Miguel de Cervantes (1547-1616).

Alrededor de estas figuras clave de la poesía surgen otras voces como los hermanos Argensola, Francisco de Rioja, Estaban Manuel de Villegas y Sor Juana Inés de la Cruz.

jueves, 18 de octubre de 2018

Jack y los frijoles mágicos

Jack y los frijoles mágicos
Anónimo. Recopilado en “El libro de las hadas”, de Miss Mulock.

Traducción del inglés: Fernando Montesdeoca

En los tiempos del Rey Alfred, una pobre mujer viuda vivía en su cabaña a varias millas de Londres. A su único hijo, llamado Jack, lo había consentido tanto, que se volvió flojo, descuidado y caprichoso. Poco a poco él había gastado todo lo que tenían, y escasamente les quedaba algo de valor, excepto una vaca. Un día, por vez primera ella le reprochó: “¡Eres un cruel, cruel muchacho! ¡Me has llevado a la miseria. No tengo ya dinero ni para comprar siquiera un pedazo de pan; nada queda por vender más que mi pobre vaca! Me duele deshacerme de ella, pero no vamos a pasar hambre.” Jack sintió remordimiento, pero le pasaron pronto, así que luego comenzó a pedirle a su madre que lo dejara vender la vaca en el pueblo más cercano, e insistió tanto, que ella por fin estuvo de acuerdo.
Mientras Jack iba de camino se encontró a un carnicero, quien le preguntó por qué sacaba a su vaca  de casa. Jack le respondió que iba a venderla. El carnicero llevaba unos extraños frijoles en su sombrero; eran de varios colores y llamaron la atención de Jack, lo cual no pasó desapercibido para el hombre, quien, conociendo el descuidado carácter de Jack, pensó que era el momento de sacar ventaja; le preguntó cuál era el precio de la vaca, ofreciéndole al mismo tiempo todos los frijoles a cambio de ella. El tonto muchacho apenas si podía disimular su alegría por lo que suponía era una gran oferta: el trato se cerró de inmediato y la vaca entregada a cambio de unas simples semillas de frijol. Jack regresó contento a su casa y llamó a su madre aún antes de alcanzar la puerta. 
Cuando ella vio los frijoles y escuchó la historia, su paciencia se agotó. Arrojó los frijoles por la ventana y lloró con amargura. Jack intentó consolarla en vano y, sin tener nada que comer todavía, ambos se fueron a dormir. Cuando Jack despertó a la mañana siguiente notó que algo fuera de lo común pasaba, pues una gran sombra oscurecía la ventana de su cuarto. Corrió escaleras abajo hacia el jardín, donde se encontró con que los frijoles habían echado raíces y crecido sorprendentemente: los tallos que se levantaban de la tierra eran inmensos y gruesos; habían crecido enroscándose entre sí hasta formar una especie de escalera en forma de cadena, y tan alta, que parecía perderse entre las nubes. Jack era un muchacho aventurero, así que decidió escalar hasta arriba. Corrió a avisarle a su madre, sin dudar que ella estaría tan entusiasmada como él; pero no fue así y le dijo que no debería ir porque le rompería el corazón verlo partir. Le rogó y lo amenazó, pero todo fue en vano. Jack salió de la casa y tras trepar algunas horas, llegó bastante cansado hasta arriba. No había ni árboles, ni arbusto, ni casa o criatura viviente alrededor. 
Jack se sentó pensativo sobre una piedra y pensó en su madre; reflexionó con pesar por su desobediencia y concluyó que se iba a morir de hambre allá arriba. De todos modos, se levantó y siguió caminando con la esperanza de ver alguna casa en donde podría pedir algo de comer y beber. No encontraba nada hasta que, a lo lejos, vio a una hermosa joven que caminaba completamente sola. Iba vestida de manera elegante y llevaba una vara blanca en cuyo extremo  se encontraba un pavorreal de oro puro. Jack, que a pesar de todo era caballeroso, se dirigió a ella con amabilidad, pero antes de decir nada, ella, con una sonrisa encantadora, le preguntó que cómo había llegado ahí. Él le contó la historia de las semillas y del crecimiento portentoso de la planta, a lo cual ella correspondió con otra pregunta: “Dime muchacho, ¿acaso tú recuerdas a tu padre?”
“No, señora; pero estoy seguro que hay algún misterio sobre él porque, cuando se lo menciono a mi madre ella siempre se pone a llorar, sin contarme nada”
“No se atreve”. Contestó la dama, “pero yo sí puedo, y quiero hacerlo. Para que lo sepas, joven, yo soy un hada, y era la guardiana de tu padre; pero las hadas somos regidas por leyes, al igual que los mortales; y, por un error de mi parte perdí mis poderes por un periodo de años, de tal modo que me fue imposible ayudar a tu padre cuando él más me necesitó, y entonces murió”. Mientras contaba esto, el hada lo miraba con tal pesadumbre, que el corazón de Jack se conmovió y le rogó que continuara con su relato.
“Lo haré”, le contestó ella, “sólo que debes prometer obedecerme en todo lo que yo te digo, o de lo contrario perecerás”.
Jack era valiente, y además, su fortuna y la de su madre eran ya tan malas, que no podían ponerse peor –así que prometió obedecer al hada.
El hada entonces continuo de esta manera su historia: “Tu padre, Jack, fue el más hombre más excelente, amigable y generoso que te puedas imaginar. Tuvo una buena esposa, fieles sirvientes y riqueza; pero se topó con un falso amigo: un gigante a quien tu padre había socorrido, y que correspondió a su amabilidad dándole muerte y adueñándose de todas sus propiedades; incluso obligó a tu madre a prometer que nunca te dijera nada acerca de tu padre, pues de lo contrario los mataría a los dos. Yo no pude ayudarlos”, agregó el hada, “porque mi poder sólo regresaría el día en que vendieras tu vaca. Fui yo quien te impulsó a tomar los frijoles que germinaron y crecieron tan rápido, y yo te inspiré con el deseo de subir hasta aquí; porque es aquí donde vive ese malvado gigante. Ahora eres tú quien debe vengar su muerte y librar al mundo de este monstruo que no ha hecho más que el mal. Yo te ayudaré, y así tomarás posesión de su casa y todas sus riquezas, ya que todas ellas pertenecían a tu padre, y por lo tanto son tuyas. Por ahora adiós, y no dejes saber a tu madre de que estás enterado de la historia de tu padre; este es mi mandato, y si me desobedeces sufrirás por ellos. Ahora ve.” Jack preguntó hacia dónde debería ir. “Sigue el camino recto hasta que veas la casa donde el gigante vive. Deberás actuar de acuerdo a tu propio juicio ¡Adiós!”, concluyó, y regaló al joven con una benévola sonrisa al mismo tiempo que se esfumaba en el aire.
Jack continuó caminando hasta después del anochecer cuando, para su gran alegría, descubrió la enorme mansión. Una mujer estaba cerca de la entrada y él la abordó de inmediato rogándole que le diera una rebanada de pan y un lugar para pasar la noche. Ella se sorprendió mucho y le dijo a Jack que casi nunca se veía a un ser humano cerca de la casa, porque todos sabían que su esposo era un muy poderoso gigante que siempre que prefería, por sobre todo, la carne humana fresca.
Jack se aterrorizó al escucharla, pero aun así esperaba librarse del gigante, así que le suplicó a la mujer que lo dejara pasar sólo esa noche ahí. Finalmente se compadeció de Jack y lo llevó al interior de la casa a través de muchas y espaciosas habitaciones magníficamente amuebladas, aunque de apariencia desolada. Llegaron a una oscura galería. El pobre Jack desconfió de la mujer que lo había conducido hasta ahí, pero ella lo invitó amablemente a sentarse y le ofreció una cena abundante, así que Jack recobró la confianza. Incluso comenzaba a disfrutar el momento cuando se oyeron unos perturbadores golpes que provenían de la puerta de entrada y que hacían sacudirse a la casa entera.
“¡Ah! Ese es el gigante, y si te ve aquí te matará, y a mí también”, gritó temblando la pobre mujer. “¿Qué puedo hacer?”
“¡Escóndeme en el horno!”, le contestó Jack, sintiéndose fuerte al pensar que por fin iba a encarar al asesino de su padre. Se arrastró para entrar en el horno —que por supuesto no estaba encendido— y desde ahí escuchó el ruidoso vozarrón del gigante y sus pesados pasos acercarse hasta la cocina, en donde entró regañando a su esposa. Por fin se sentó a la mesa a devorar grandes trozos de carne mientras Jack lo espiaba a través de una rendija en el horno. Cuando terminó llamó a su esposa con voz de trueno: “¡Trae mi gallina!” Ella obedeció y en un momento regresó con una hermosa gallina que puso sobre la mesa.
“¡Pon!”, rugió el gigante, y la gallina puso de inmediato un huevo de oro sólido.
“¡Pon otro!”, repitió, y a cada vez que el gigante lo ordenaba las gallina ponía otro huevo, más grande aún que el anterior. Así estuvo un buen rato con su gallina, hasta que envió a su esposa a la cama, mientras él se quedaba dormido, recostado cerca del horno. Roncaba como un cañón rugiente.
Jack salió entonces del horno, se apoderó de la gallina y salió corriendo con ella hasta encontrarse fuera de la casa y llegar al tronco de la planta de frijol por el cual descendió a salvo.
Su madre, al verlo, estaba radiante de felicidad, pues temía que hubiera tenido un mal fin.
“Nada de eso, madre, y ¡mira!, le dijo mostrándole la gallina. “Ahora pon”, le ordenó a ésta, y la gallina obedeció y puso tantos huevos de oro como él quiso. Jack contó a su madre sus aventuras, pero tuvo buen cuidado de cumplir su promesa y no decir nada de su encuentro con el hada, ni de lo que ésta le había contado.
Una vez vendidos los huevos, tuvieron suficiente dinero y durante algunos meses vivieron felices, hasta que Jack decidió trepar otra vez para llevarse algo más de las riquezas del gigante. Su madre insistió y rogó para tratar de disuadirlo; le hizo ver en que en esta segunda ocasión debía tomar en cuenta que la esposa del gigante ya lo conocía, y que sin duda éste no querría otra cosa que atraparlo y vengarse de él dándole muerte por haber robado su gallina. Al darse cuenta que era inútil convencer a su hijo, dejó de insistir, pero decidió prepararle un disfraz, de modo que la esposa del gigante pudiera reconocerlo. 
Así, unos días más tarde, Jack se levantó muy temprano, y sin que nadie pudiera percibirlo, trepó la planta por segunda vez. Llegó a la mansión del gigante al atardecer. La misma mujer estaba a la puerta de la casa, como en la ocasión anterior. Jack la abordó, le contó una historia de penurias y le pidió su ayuda para comer y beber algo, así como un lugar para pasar la noche. Ella le dijo lo mismo que la ocasión anterior acerca de su cruel esposo y sus costumbres, pero agregó que una noche había admitido en las mismas condiciones a un pobre y hambriento muchacho, que desagradecidamente había robado uno de los tesoros del gigante; desde entonces su esposo se había vuelto más cruel y la reprendía todo el tiempo por ser la causa de su infortunio. Jack se apenó, pero no reveló nada y después de mucho trabajo, logró convencerla. De la misma manera que la vez anterior lo condujo por la casa hasta la cocina, en donde después de comer y beber lo escondió en una vieja bodega hecha de maderos.
El gigante regresó como siempre, se sentó a la mesa junto al fuego y de pronto exclamó:
“Huele a carne humana!”
Ella replicó que eran los cuervos, que habían traído un pedazo de carne cruda, dejándola en el techo de la casa. Mientras ella le preparaba la cena, el gigante se ponía cada vez de peor humor y la regañaba por la pérdida de su gallina maravillosa. Tras terminar de comer gritó: 
“Tráeme algo para divertirme —mi arpa, o mis bolsas de monedas”.
“¿Cuál prefieres, querido?”, preguntó ella temblorosa.
“Mis bolsas de monedas de oro, porque son más pesadas”, tronó él.
Tambaleándose por el peso excesivo, ella regresó con las bolsas, que eran dos; llenas hasta el borde de monedas de oro, y las vació sobre la mesa, mientras el gigante comenzaba a contarlas con gran satisfacción. “Ahora vete a la cama, tú, vieja tonta”, agregó, dicho lo cual ella se alejó temerosa.
Jack, desde su escondite observaba al gigante, sabiendo que se trataba del dinero de su pobre padre. El gigante, ignorante de que era observado contó todas las monedas y las regresó a las dos bolsas, que ató cuidadosamente para colocar después junto a su silla, en donde estaba echado su pequeño perro guardián para cuidarlas. Al poco rato se quedó dormido. Cuando Jack se sintió seguro salió para robar las bolsas, pero en cuanto puso sus manos sobre ellas, el perro, al cual no había descubierto, salió de debajo de la silla del gigante y comenzó a ladrar furiosamente. En vez de escapar, Jack permaneció inmóvil,; sin embargo, el gigante continuó dormido, y Jack, viendo un pedazo de carne, se lo arrojó al perro, que al instante dejó de ladrar y comenzó a comer; entonces cargó las bolsas, una sobre cada hombro, pero eran tan pesadas que le tomó dos días completos para descender llegar hasta su casa. Con las dos bolsas de oro  remodelaron su cabaña, la amueblaron y vivieron más felices que nunca antes.
Durante tres años Jack no volvió a subir otra vez, porque temía hacer con ello infeliz a su madre. Sin embargo, conforme pasaban los días, el impulso de subir era más fuerte, así que comenzó a hacer preparativos en secreto. Preparó un nuevo disfraz, mejor que el anterior, y cuando llegó el verano, se levantó en cuanto aparecieron las primeras luces del día y sin avisar, subió otra vez. Siguió el camino, como las veces anteriores, llegó a la mansión del gigante al atardecer, y de igual manera encontró a la esposa de éste cerca de la puerta. Jack se había disfrazado tan bien que ella no pareció reconocerlo en modo alguno; pero cuando suplicó ayuda pretextando pobreza, encontró mucho más difícil convencerla. Al final, sin embargo, lo logró y después de comer y beber en la cocina, como las veces anteriores, ella lo escondió en el interior de una vieja caldera. Cuando el gigante regresó exclamó con furia: “Huelo a carne humana”, pero Jack sabía que era su manera habitual de proceder y no se preocupó, pero esta vez el gigante se levantó de su sitio, y sin hacer caso de las palabras de su esposa, comenzó a buscar por todo el cuarto. Mientras sucedía esto, Jack estaba aterrorizado, pero cuando el gigante se acercó derecho a la caldera se dio por muerto. Nada sucedió, sin embargo, porque el gigante no se tomó la molestia de levantar la tapa, sino que se sentó por fin, cerca del fuego, a devorar su enorme cena y a beber abundante vino. Cuando terminó le ordenó a su esposa que le trajera su arpa. Jack espió bajo la tapa de la caldera y vio la más hermosa y fina arpa que hubiera imaginado jamás. El gigante la puso sobre la mesa y dijo: “¡Toca!”, y el arpa tocó por su propia cuenta las más exquisita música. El gigante no parecía apreciarla de manera, de modo que ésta acabó por dormirlo, aún más pronto que lo usual. En cuanto a su esposa, se había retirado a la cama tan pronto como el gigante dejó de necesitarla.
En cuanto Jack se sintió seguro, salió de la caldera y tomando el arpa corrió, pero estaba encantada por un hada, y tan pronto como se encontró en manos extrañas, empezó a gritar, tal como si estuviera viva: “¡Amo! ¡Amo!” El gigante despertó y vio a Jack huyendo tan rápido como sus piernas se lo permitían.
“¡Oh tú, villano! Tú eres quien robó mi gallina y mis bolsas de oro, y ahora quieres robar mi arpa también. Espera a que te alcance y te comeré vivo.
“¡Muy bien: inténtalo!”, gritó Jack, que no sentía ya ni una pizca de miedo, porque veía que el gigante estaba demasiado bebido para poder apenas ponerse de pie; en cambió él tenía piernas jóvenes y la conciencia despejada; así que, llegó mucho antes hasta el tronco de la planta de frijol y descendió por ella tan rápido como pudo, mientras el arpa sonaba con la más triste música, hasta que le ordenó “Detente”, y el arpa se detuvo.

miércoles, 10 de octubre de 2018

Poema dadaísta

– ¡Oh! – 

George Ribemont-Desaignes


Depositó su sombrero en el suelo y lo llenó de tierra
Y sembró allí con el dedo una lágrima.
Un gran geranio surgió, tan grande.
Dentro del follaje maduró un número indefinido de calabazas
Abrió una boca llena de dientes con coronas de oro y dijo:
¡I griega!
Sacudió las ramas del sauce de Babilonia que refrescaba el aire
Y su mujer encinta, a través de la piel de su vientre,
Mostró al niño una luna creciente nacida muerta
Le puso en la cabeza el sombrero importado de Alemania.
La mujer abortó de Mozart,
Mientras pasaba en un coche blindado
Un arpista,
Y en mitad del cielo, palomas,
Tiernas palomas mejicanas, comían cantáridas.

Poema surrealista

La Semana Pálida

Benjamin Péret


Rubia rubia
era la mujer que desapareció entre los adoquines
tan leves que se les habría creído hojas
tan grandes que se hubiera dicho que eran casas

Era me acuerdo bien un lunes
día en que el jabón hace llorar a los astrónomos

El martes la volví a ver
semejante a un diario desplegado
flotando al viento del Olimpo
Después de una sonrisa que humeó como una lámpara
saludó a su hermana la fuente
y regresó a su castillo

El miércoles desnuda pálida y ceñida de rosas
pasó como un pañuelo
sin mirar las sombras de sus semejantes
que se estiraban como el mar

El jueves no vi más que sus ojos
signos siempre abiertos para todas las catástrofes

Uno desapareció detrás de algún cerebro
el otro se lo tragó una pastilla de jabón

El viernes cuando se ama
es el día de los deseos
Pero ella se alejó gritando
Tilburi tilburi mi flauta se ha perdido
Ve a buscarla bajo la nieve o en el mar

El sábado la esperaba con una raíz en la mano
dispuesto a quemar en su honor
los astros y la noche que me separaban de ella
pero ella se había perdido como su flauta
como un día sin amor

Y esperé el domingo
pero el domingo no llegó
y permanecí en el fondo de la chimenea
como un árbol perdido.

Reporte de lectura



Novela o cuento

  1. Título del libro.
  2. Autor.
  3. Título o número de cada capítulo (si lo hay) o de cada cuento.
  4. Breve descripción del (la) personaje principal (o principales).
  5. Breve descripción en que se encuentra (personaje o personajes).
  6. Breve descripción de qué necesita (personaje o personajes), o de su objetivo , o del problema en que se encuentra o el problema que debe resolver.
  7. Algunas acciones principales en forma de lista de lo hace (el personaje o personajes) para resolver su necesidad, objetivo o problema.
  8. ¿Cuál es la conclusión? (de la búsqueda, de la necesidad o problema a resolver o del objetivo?

Poesía

  1. Título del libro.
  2. Autor.
  3. Título de cada poema.
  4. Redactar en forma de lista características del poema como:
  • Ritmo
  • Imágenes (verbales)
  • Sensaciones que provoca.
  • Ideas que sugiere (aunque se trate de ideas sueltas).
  • Intentar una explicación sencilla del significado, o la intención o el tema (o temas) del poema, o el punto de vista del poeta sobre el tema.

Libro de texto


  1. Título.
  2. Autores.
  3. Capítulo (título)
  4. Tema, o ideas que plantea el texto.
  5. Lista de conceptos (y breve descripción).
  6. Lista de periodos estilísticos.
  7. Fechas.
  8. Lugares.
  9. Autores.
  10. Título de obras representativas.
  11. Breve descripción de características de las obras (en forma de lista).
  12. Caracte´Características histórico-sociales de las obras (en forma de lista).

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