domingo, 27 de enero de 2019

El héroe literario

Una aproximación teórica al héroes literario

En contraste con el mundo griego, al que Lukács toma como punto de partida, y de comparación con la modernidad, para exponer su teoría de la novela, señala que, en aquél, “[n]o existe aún una interioridad [conflictiva] pero tampoco existe un exterior, una ‘otredad’ del alma” (2010, p. 22). En contraste los modernos, “[h]emos hallado en nosotros mismos la verdadera y única sustancia, por eso establecemos un abismo insalvable entre el acto cognitivo y la acción, entre alma y figura, entre el ser y el mundo” (Lukács, 1914/2010, p. 27). Se trata de una realidad vacía que ha perdido la esencia (1914/2010, p. 91); por eso, concluye Lukács:
La novela es la epopeya del mundo abandonado por Dios. La psicología del héroe de la novela es demoníaca; la objetividad de la novela [consiste en que] el sentido nunca puede penetrar la realidad pero que, desprovista del mismo, la realidad se desintegraría en la nada de la inesencialidad. (p. 86)
Por eso el héroe de la novela es aquél que se busca a sí mismo. Ése es su sentido. Si la objetividad de la novela no tiene acceso al sentido de la realidad, como dice Lukács, pero la realidad no se desintegra del todo, es porque una otra forma de la objetividad se hace presente: la de la ironía, que se mueve en esa realidad vacía que ha perdido la esencia. Persiguiendo la unidad objetiva entre ser y mundo, el héroe de la novela sólo alcanza la resignación de buscarse a sí mismo, y de acaso nunca encontrarse en su subjetividad inacabada. Por esto “la ironía es la objetividad de la novela” (Lukács, 1914/2010, p. 89), porque en nuestra época “la inmanencia del sentido de la vida se ha vuelto un problema, pero que aún busca la totalidad” (1914/2010, p. 51). En contraste con la epopeya, que “le da forma a una totalidad de la existencia ya de por sí completa … la novela, en el proceso de configuración, busca descubrir y construir la totalidad de la vida oculta” (p. 56). Por eso, aclara Lukács, “los personajes de la novela son buscadores” (p. 56).
El héroe épico de la novela “es producto de la extrañeza con el mundo exterior” (Lukács, 1914/2010, p. 62). Frente a la vida armoniosa de la epopeya griega: la vida no-armoniosa de la novela. La diferencia radical consiste en que “[e]n sentido estricto, el héroe de la epopeya no es nunca un individuo … el objeto no se relaciona con el destino de una persona en particular sino con el de una comunidad” (1914/ 2010, p. 63), porque el sistema de valores del cosmos épico es un todo orgánico. En el caso de la novela, en cambio, “la figura del héroe se vuelve polémica y problemática; ser un héroe ya no es la forma natural de la existencia en la esfera de la esencia, sino el acto de enaltecerse por sobre lo meramente humano” (1914/2010, p. 37), e individual. El héroe de la novela, abandonado por Dios, cae en el desarraigo, en su soledad frente a la irracionalidad del mundo. Debido a esto mismo destaca Lukács que la novela es “la forma artística representativa de nuestro tiempo: las categorías estructurales de la novela se corresponden constitutivamente con el mundo tal cual es hoy” (1914/2010, p. 92). Pero, ¿cuáles son estas categorías estructurales y cómo es que se comportan para confirmar esta correspondencia? Por principio de cuentas, reflexiona sobre este dilema Daniel Just (2010), está la problemática del héroe, pues su discrepancia con el mundo social genera contradicciones que requieren de un proceso de reconciliación, tanto en el nivel de lo narrativo como en el de lo social
(…) Estas acciones, del héroe en conflicto con el mundo social, se estructuran de acuerdo con su proceso de búsqueda, centrada en el descubrimiento, o la reinvención, del sentido de su ser persona, en tanto subjetividad autocontenida (Just, 2008, p. 394).
(…) Es por esto que siguiendo a Ian Watt (1967), Just retoma la idea de que en sus orígenes, ubicados por Watt en el siglo XVIII en la Inglaterra de la revolución industrial, la novela moderna jugó una función social privilegiada al registrar los cambios culturales más significativos de esa época, cuyos retos necesitaban ser simbolizados para su comprensión. Uno de los resultados de este proceso social y cultural fue la invención de la idea del individuo, que proveyó un nuevo tipo de personalidad (Watt; en Just, 2008, p. 380).
(…) De este modo, la ironía consiste en la búsqueda fallida de correspondencia objetiva y conciliación con el mundo real; pero, al mismo tiempo, este proceso centrado en la mirada irónica es la objetividad que sí alcanza la novela: no el mundo, sino la mirada (irónica) sobre el mundo.
(…)Y es en esta diversidad que la novela nos acerca a una visión de conjunto de las creencias sociales, o de la ideología, en tanto forma de conocimiento y valoración que permite lo social como base compartida, contradictoria y en tensión constante. En este aspecto la novela, entre otras formas…

Lukács, György. (1914/2010). Teoría de la novela: un ensayo histórico-filosófico sobre las formas de la gran literatura épica.

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